Edén sin Eva*
Por supuesto que
"apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha",
como dice Manuel Altolaguirre.
Recoge Génesis 3,12 la traición de Adán cobarde:
"La mujer que me diste por compañera me dio del átbol, y yo comí".
Sublime es el universo
y cómo lo empequeñece
con sus manos
tintas el Adán perverso
cuando Eva palidece
por mundanos
y coléricos ultrajes
que de un tajo ponen fin,
pronta siega,
y condena sin celajes
a la flor de su jardín,
su labriega.
Sublime es la creación
y cómo se autodestruye;
va sesgando
el hombre su condición
de multiplicarse y huye
transitando
por vereda solitaria
y dejando en el arcén
malherida
esa lumbre cavernaria
que es el fuego del Edén
que da vida.
Sublime es la vida misma
y cómo cambia su suerte
con testigo.
Eva pierde su carisma;
más allá del cuerpo inerte
un amigo,
-fue su adjunto en los placeres
y el enemigo errabundo,
craso necio-,
brinda al sol por las mujeres
como el ombligo del mundo
con desprecio.
Y en tanta sublimación
-vida, creación, universo-,
del Edén,
parque de la tentación,
Eva es el Adán reverso.
(Con desdén,
los sagrados la afiliaron
con el mal y la serpiente).
Dios no olvida
tanto que la maltrataron
siendo tierra y la simiente
prometida.
(*) Este poemario obtuvo el primer premio del Certamen de Poesía 'Iden' (Brenes, Sevilla) de 2010.
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