Sonata de consolación en cinco movimientos*
Yo soy aquél que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana
Rubén Darío
Patria poética (preludio)
Yo canto en el país de mi poema
el himno que me inspira cada verso,
mi patria son palabras que disperso
al viento, mi bandera es un dilema
desnudo de colores, sólo un lema
basta y para el escudo tergiverso
el símbolo de todo un universo
de poética. Sobra más emblema.
Y es tan independiente y es tan libre
-aunque parezca atado a la frontera
de verso, estrofa, rima u otra ley-,
mi poema que es canto del calibre
de mi propia existencia y a su vera
no me siento ni súbdito ni rey.
...
Lid poética (andante largo)
Acontece que me fugo a cada instante en cada verso malo escrito.
Cabizbajo el pensamiento, me permito introducirme en el hogar
de mis miserias, sus cimientos, sus resortes, simientes de mi grito.
Exprimo las palabras sin sentido aparente y bebo del lagar
porque sé que su jugo es el impromptu de mi espíritu bajo el rito
de la temeridad de no pensar lo que se escribe. Sí; desahogar.
De su viceversa -de callar lo que se piensa-, tengo circunscrito
un acuerdo permanente con la Musa que me inspira y es pagar
con no cubrir de velos de silencio ninguna voz por muy proscrito
que pueda resultar su porqué; no cabe un pensamiento sin lugar.
Y en virtud del noble pacto nace libre todo verso manuscrito.
Mas con el alma empuñan el grafito Corazón, Índice, Pulgar,
mis diestros guerreros conmigo fugados para cometer delito
en el folio blanco de batalla y justan contra todo lo vulgar
hasta que mi espíritu se complace victorioso con lo reescrito.
...
¡Oh, Musa! (intermezzo)
Dibújame el color del pensamiento
con la indeleble tinta de mi historia,
que ni la sed del tiempo con su noria
se la beba, que no la barra el viento.
No busco, Musa, un reconocimiento
ni aplauso, fama, vida eterna, gloria,
ni un hueco en el diván de la memoria
de las literaturas. No; lo siento.
Me importa un bledo la soberanía
de toda editorial, mi antología
se ofrece en el crisol de una libreta.
Me conforma saber que algunos ojos
se iluminaron y sus labios rojos
besaron mis palabras de poeta.
...
Danzas sueltas (allegro cantabile)
Musa que me llevas a mis cavilaciones
y cavilando gozo en mi lujuria literaria.
...
¡Ay, de los versos malos que me salgan
sin la tres ni la sexta ni la diez
que me den el dichoso endecasílabo
perfecto!
...
No me aturde cobijarme en malas letras
huyendo del fantasma nominal
y abusando del sintagma de la ópera
versada.
...
Soneto anónimo (epílogo)
Este soneto no me pertenece.
Confieso que es un séquito prestado
de versos, pues de vez en cuando un hado,
si le place, de algunos me abastece.
Y pensar que no es mío me entristece
tanto menos que me produce agrado
el saber que no existe depravado
que se lo apropie; antes enloquece.
Se basta el primer verso, su poesía
es una confesión llena de orgullo
zafándose de toda tiranía;
y, tan anónimo como un murmullo,
por más que alguien defienda su autoría
al recitarlo asume que no es suyo.
(*) Este poemario obtuvo el primer premio del Certamen de Poesía 'Ciudad de Herencia' (Ciudad Real) de 2010.