Hola mundo, aquí ando existiendo (o eso creo)*
I
Orto
Orto
-¿Y
tú,
Sol,
qué?
Di
luz
-¿No
ves?
Ocaso
tú,
Sol,
qué?
Di
luz
-¿No
ves?
Ocaso
-¿Y
tú,
Sol,
qué?
¿Ya
vas?
-Ya
ves.
II
Cuatro canciones de estancias supuestas
Prima donna
Escanciaste tus más tempranos besos
en la comisura de mis versos apalabrados
y abandonaste al bostezo tu flor
de prima donna.
Allí encontré la ausencia de mi soledad
y gané la esencia de tu perfume resinoso.
Bebimos hasta saciarnos
pulcros y rameros.
Ventano
Tú me echaste el aliento y perecimos
al abrigo del solsticio del sudor
de media tarde
cuando nadan las horas y las horas,
las horas y las olas,
las olas y las olas...
Abriré la ventana un poco
y que entre el euro
Tu coño
Desnudaste las entrepiernas
de la hojarasca
y pereciste
en el templado fulgor.
Un olor a lapicero nuevo,
otro septiembre
de dos por dos cuatro
y una rendija al armario de lana.
El averno
¡Silencio!, ¡que el silencio truena!
La noche se precipita
y se derrama el café
sobre la alfombra.
Los demonios arrecidos
y congestionados
se aleccionan en las artes
del diálogo frente a la chimenea.
III
Palabra de labrador
tú,
Sol,
qué?
¿Ya
vas?
-Ya
ves.
II
Cuatro canciones de estancias supuestas
Prima donna
Escanciaste tus más tempranos besos
en la comisura de mis versos apalabrados
y abandonaste al bostezo tu flor
de prima donna.
Allí encontré la ausencia de mi soledad
y gané la esencia de tu perfume resinoso.
Bebimos hasta saciarnos
pulcros y rameros.
Ventano
Tú me echaste el aliento y perecimos
al abrigo del solsticio del sudor
de media tarde
cuando nadan las horas y las horas,
las horas y las olas,
las olas y las olas...
Abriré la ventana un poco
y que entre el euro
Tu coño
Desnudaste las entrepiernas
de la hojarasca
y pereciste
en el templado fulgor.
Un olor a lapicero nuevo,
otro septiembre
de dos por dos cuatro
y una rendija al armario de lana.
El averno
¡Silencio!, ¡que el silencio truena!
La noche se precipita
y se derrama el café
sobre la alfombra.
Los demonios arrecidos
y congestionados
se aleccionan en las artes
del diálogo frente a la chimenea.
III
Palabra de labrador
Siembro dudas,
siego verdades
y recojo mentiras.
IV
Peripecia
y recojo mentiras.
IV
Peripecia
Acontece que me fugo a cada instante en cada verso mal escrito.
La jornada reflexiva me permite indagar en el hogar del pensamiento.
Los cajones guardan la basura. Los deseos, sobre la mesa,
con el pan a un lado y el plato -delante- vacío.
El armario empotrado tiene el síndrome histérico y la cama,
malhecha y desnuda, síntomas de historias fallidas de amor.
Y al paso de un verso que me olvido de todo
y sigo olvidando los presentes
presentes delante de mí.
Verso malo, sí,
tal vez sin pretensiones, pero mío.
Y me lleva a cavilar
y cavilando gozo en mi lujuria literaria
que se piensa y no se dice (o viceversa).
Me acompaño de la imagen femenina que no está
y me escondo en el rescoldo del deseo
detrás de los visillos, al espionaje:
sus nalgas descubiertas al capricho de su ajuar.
Y otro verso malo que me salga
sin la tres, ni la sexta ni la diez
que me den el dichoso endecasílabo
perfecto.
Y no me aturde cobijarme en malas letras
huyendo del fantasma nominal
y abusando del sintagma de la ópera versada.
¡Ya ni pido unas cubiertas que protejan estos versos!
Y como en todas las historias,
en estos tiempos que vuelan y dejaron de correr
nadie saborea la perdiz y mucho menos es feliz.
Así pues, resumo mi canto en un vestigio de libertad...
¡Silencio... Ya se acerca un final...!:
"Ni Van Gogh se fue a la guerra
ni Mambrú supo pintar".
V
Génesis 3, 1-13
Ellos abusaron de todo:
de fruta, de carne, de pecado
y de todos los manjares del bien y del mal.
Las lenguas reptantes provocaban encendidas.
Como rayos atrevidos incitaban
entre la hojarasca de un cuerpo femenino
verde por naturaleza -como dicen-.
Paraíso y Dios y hombre -trinitario- y mujer
se aventuraban en la selva del principio.
Ella quiso hacerse sumisa de hombros
como en la duda del "no sé".
Miraba recelosa a la serpiente.
-¡Me amas!-, afirmó.
-¡Sssssí..., y toma mi cuerpo de manzana!-, respondió
el demonio de reptil.
Adán besaba, reposante venusino,
con su dedo sus pretextos de existencia
en las sienes de un pintor y una cúpula renacentista.
Todo era un paraje divinizado para el momento,
con testigos en hebreo y arameo, si acaso.
Pensaba Adán en el orbe,
más allá de las puestas de sol y de los ocasos de los días,
y en las paredes azules de la casa de Dios.
Y se vio con el trozo de manzana en la boca...
Dios se mesaba la barba caprichoso
y Adán se vio desnudo sin príncipe ni arcángel
que desterrara por siempre la manzana maldita de su boca
ni besara los labios del hombre...,
..., un hombre, que muere en la tierra vestido de barro
en el torno celeste y girando, girando, girando
y cocido a trescientos sesenta suspiros del Sol.
VI
Palabras, palabras, palabras...
La jornada reflexiva me permite indagar en el hogar del pensamiento.
Los cajones guardan la basura. Los deseos, sobre la mesa,
con el pan a un lado y el plato -delante- vacío.
El armario empotrado tiene el síndrome histérico y la cama,
malhecha y desnuda, síntomas de historias fallidas de amor.
Y al paso de un verso que me olvido de todo
y sigo olvidando los presentes
presentes delante de mí.
Verso malo, sí,
tal vez sin pretensiones, pero mío.
Y me lleva a cavilar
y cavilando gozo en mi lujuria literaria
que se piensa y no se dice (o viceversa).
Me acompaño de la imagen femenina que no está
y me escondo en el rescoldo del deseo
detrás de los visillos, al espionaje:
sus nalgas descubiertas al capricho de su ajuar.
Y otro verso malo que me salga
sin la tres, ni la sexta ni la diez
que me den el dichoso endecasílabo
perfecto.
Y no me aturde cobijarme en malas letras
huyendo del fantasma nominal
y abusando del sintagma de la ópera versada.
¡Ya ni pido unas cubiertas que protejan estos versos!
Y como en todas las historias,
en estos tiempos que vuelan y dejaron de correr
nadie saborea la perdiz y mucho menos es feliz.
Así pues, resumo mi canto en un vestigio de libertad...
¡Silencio... Ya se acerca un final...!:
"Ni Van Gogh se fue a la guerra
ni Mambrú supo pintar".
V
Génesis 3, 1-13
Derramaron desde el cielo lágrimas de dolor.
Sus ojos. Lloraba Dios.Ellos abusaron de todo:
de fruta, de carne, de pecado
y de todos los manjares del bien y del mal.
Las lenguas reptantes provocaban encendidas.
Como rayos atrevidos incitaban
entre la hojarasca de un cuerpo femenino
verde por naturaleza -como dicen-.
Paraíso y Dios y hombre -trinitario- y mujer
se aventuraban en la selva del principio.
Ella quiso hacerse sumisa de hombros
como en la duda del "no sé".
Miraba recelosa a la serpiente.
-¡Me amas!-, afirmó.
-¡Sssssí..., y toma mi cuerpo de manzana!-, respondió
el demonio de reptil.
Adán besaba, reposante venusino,
con su dedo sus pretextos de existencia
en las sienes de un pintor y una cúpula renacentista.
Todo era un paraje divinizado para el momento,
con testigos en hebreo y arameo, si acaso.
Pensaba Adán en el orbe,
más allá de las puestas de sol y de los ocasos de los días,
y en las paredes azules de la casa de Dios.
Y se vio con el trozo de manzana en la boca...
Dios se mesaba la barba caprichoso
y Adán se vio desnudo sin príncipe ni arcángel
que desterrara por siempre la manzana maldita de su boca
ni besara los labios del hombre...,
..., un hombre, que muere en la tierra vestido de barro
en el torno celeste y girando, girando, girando
y cocido a trescientos sesenta suspiros del Sol.
VI
Palabras, palabras, palabras...
Ha huido de mí la palabra;
sólo quedan gráficos que nada dicen...
Si no me dais el don de la palabra
tampoco perturbéis mi silencio; por favor...
El don de la palabra...
¿Y desde cuándo la palabra es un don?
Palabras, palabras, palabras...
Abrapalabra
pata de...
VII
Otoño caletero
más tranquilita
y poeta.
tampoco perturbéis mi silencio; por favor...
El don de la palabra...
¿Y desde cuándo la palabra es un don?
Palabras, palabras, palabras...
Abrapalabra
pata de...
VII
Otoño caletero
Bendita Caleta,
y poeta.
(*) Estos poemas están fechados entre 1998 y 2008, y fueron publicados en el blog con el mismo título que lleva la colección, esto es, 'Hola mundo, aquí ando existiendo (o eso creo)'.